La ambición, la responsabilidad y la autoexigencia

La ambición es la legítima aspiración de superación, la legítima aspiración de belleza, de bien o de verdad, tres atributos muy humanos, lo cual está muy bien si viene acompañada de la responsabilidad y autoexigencia por hacerla posible. Sucede que los humanos somos especialistas en auto-boicotear nuestra propia ambición como lo somos en construir relatos para corregir nuestra ambición. Son los relatos de la resistencia, que no es más que ese auto-boicot a nuestra ambición. La responsabilidad tiene que estar a la altura de la ambición.

Aclarar el sentido de la ambición

En dos reuniones con directivos apareció la ambición como calificación del comportamiento del colaborador. Cuando el directivo etiqueta al colaborador de ambicioso puede estar dando a entender que le asigna una etiqueta negativa. En la moral católica, la ambición suele tener una connotación poco positiva.

Tal calificación puede estar más impulsada desde la emoción del miedo de quien la hace. Será bueno indagar. El directivo puede sentir temor a que su colaborador «le venga pisando los pies…le supere e incluso le mueva el asiento…le adelante por la derecha…o se le suba a la chepa».

La autoexigencia como responsabilidad

La ambición conlleva autoexigencia como concreción de la responsabilidad. Las cosas no van  a suceder desde el autoengaño o por arte de magia. Un profesional autoexigente se fija metas, lo cual supone un reto para él(ella) y también para sus colaboradores.

La calidad es el reflejo de esa autoexigencia. La calidad es la expresión sobre todo del bien: hacer las cosas bien, lo cual va a menudo reñido con hacer mucho. Al bién, la belleza o la verdad no se llega por el atajo del engaño.

La interdependencia como regulador de la ambición y la autoexigencia

La dificultad con la autoexigencia es cuando el profesional siente que nadie lo hace como él, nadie está a su altura, lo cual le hace arrogante o petulante. La autoexigencia conduce al profesional a un comportamiento de independencia que, a su vez, le lleve a estar comparándose constantemente con los demás para cuidar la distancia respecto a ellos. Esta forma de independencia en la que uno se compara todo el rato es una forma de dependencia.